Bajo un sol inclinado
desciende el bosque en penumbra
poco a poco, hasta aquél claro
justo del lado silencioso

Ahí estaba su perfil soleado;
bajo sus pies yacían las astas de un ciervo
por un hilo unidas a su abrigo ensangrentado

De aquella sombra aún se oye el grito,
callar de aquellos pies
ahora ascendiendo la iluminada ladera
hacia el astro radiante que ya se había ido